martes, 24 de noviembre de 2015

PROBLEMAS SOCIALES



POBREZA

Brasil no es un país pobre, pero sí un país con muchos pobres: casi el 30 % de la población sufre necesidades en Brasil.

La pobreza castiga más a los jóvenes y niños en este lugar por esta razón hay alrededor de 20000 de ellos, que para sobrevivir realizan actividades ilegales como tráfico de drogas, robos, homicidios por encargo, además de la prostitución infantil que afecta a las niñas.
La pobreza en Brasil si discrimina, la gran mayoría de los pobres son de raza negra y de origen aborigen rural, son casi el 64%.
Como consecuencia de esta difícil realidad social, el gobierno construye muros para evitar que las favelas sigan expandiendose hacia las ciudades. Esta no es la solución, porque si siguen creciendo estas poblaciones es porque sigue aumentando la cantidad de pobres.
Llevan décadas produciéndose y agravándose estos problemas sociales y se han vueltos tan complejos que no es posible solucionarlos a corto plazo, pero es fundamental empezar ha trabajar hoy para prevenir y alejar a los niños del gran estado de pobreza, ofrecerles oportunidades para un futuro mejor alejados de la marginalidad y de la ilegalidad.
Uno de cada cuatro brasileños – 45,8 millones de personas- es pobre y debe recibir ayuda del gobierno para ahuyentar el hambre. La mayor pobreza se sitúa en áreas suburbanas y en la región nordeste donde el cuarenta por ciento de las familias brasileñas es pobre. 




DELINCUENCIA



La delincuencia e inseguridad amenaza convertirse en el punto débil de un Brasil que intenta consolidar un nuevo status en el orden internacional Una importante deuda social unida a cifras delictivos en expansión complican el desarrollo económico del gigante sudamericano.
El cuadro de inseguridad se potencia por la creciente actividad de grupos criminales que desafían el monopolio de la violencia por parte del Estado. Organizaciones como el carioca Comando Vermelho o el paulista Primer Comando de la Capital combaten con armas pesadas y explosivos a las fuerzas de aplicación de la ley creando un clima de guerra interna.
Para complicar aún más el panorama de inseguridad florecen los escuadrones de la muerte parapoliciales, las milicias privadas y los grupos de autodefensa, contratados por grandes propietarios, que aplican una brutal limpieza social asesinado a presuntos criminales, en la mayoría de los casos niños y adolescentes provenientes de barrios marginales o agricultores informales.
En las cuatro décadas transcurridas entre 1973 y 2013 murieron más de medio millón de brasileños por disparos de armas de fuego. Esta alarmante estadística se explica en parte por el hecho de que en Brasil existen aproximadamente diecisiete millones de armas de fuego. El noventa por ciento de ellas se encuentra en posesión de usuarios civiles y únicamente la décima parte de ellas pertenecen a miembros de los cuerpos de aplicación de la ley. La mitad de estas son propiedad de usuarios no autorizados, es decir, se trata de armas ilegales. Se estima que la delincuencia en Brasil cuenta con un arsenal de unos cuatro millones de armas.


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